lunes, 30 de septiembre de 2013

Sólo en sueños


 Solo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro las puertas
detrás de mí.

¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!

¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!

Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas la noches como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.

Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.

Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi boca en tu boca, te busco y te busco.

A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.

Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entres mis brazos sólo queda tu sombra.


Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo...


Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.

Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas

y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente

como un puma en la soledad de Quitatrúe.

PABLO NERUDA